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La prosperidad universal

 

La humanidad evoluciona cuando intercambiamos capacidades, recursos, ideas, aprendizajes y experiencias. Nos parecemos a las hormigas: tenemos un cerebro colectivo y cuando “lo usamos”, todos aprovechamos los aciertos y desaciertos del prójimo. En cambio cuando el “miedo” funciona como escudo contra lo desconocido, los individuos (o las comunidades) nos encerramos en nuestras propias ideas y así, involucionamos. De hecho a lo largo de la historia, las épocas menos prósperas han sido aquellas en las que los individuos nos hemos recluido en conceptos rígidos o alejados del intercambio con lo diferente.

 

A escala individual pasa lo mismo. O nos encerramos en “lo conocido” y ahí permanecemos agazapados y temerosos…o decidimos “indagar” más allá. Abordar la construcción de una biografía humana es un comienzo posible. ¿Es importante la vida de un solo individuo? Para cada uno no hay nada más importante que la propia vida. Pero más interesante aún es pensar que “somos parte” de ese cerebro colectivo. Para ello, podemos observar el devenir de la historia de los seres humanos, las diferentes civilizaciones y los desafíos que hemos utilizado para sobrevivir encontrando un propósito transcendental. También podemos averiguar cómo hemos nacido en otros milenios, cómo ha sido nuestra relación con el universo, cómo hemos adorado a nuestros dioses, cómo hemos obtenido alimento y confort, cómo hemos amado, cómo hemos entendido el más allá o cómo hemos usado los recursos de la tierra.

 

Con una “lente” tan ampliada, nos daremos cuenta que proponer a un individuo un recorrido por su biografía humana, no tiene que ver con encontrar soluciones puntuales a hechos de su vida cotidiana. Tampoco significa que va a resolver cómo destetar a su hijo, o que va a poder salvar su matrimonio o que logrará aumentar su alegría de vivir. No. Eso es una nimiedad. Cada biografía humana tiene que devolverle al individuo una mirada amplia, abierta, global y trascendente de su sí mismo. Y sobre todo, esta indagación habrá valido la pena cuando ese individuo tenga la certeza de que su nuevo “saber” opera en beneficio del bien común. Por eso, quienes queremos revisar nuestra biografía humana, tenemos que saber que el fin no es el bienestar de un solo individuo. Sino que el objetivo descansa en la prosperidad universal. Conocerse a sí mismo sirve para que el conocimiento universal crezca. Recordemos que el propósito siempre es mayor.

 

Laura Gutman